E: ¿Y cómo recuerda ese momento, porque ir a hablar con los padres de la novia, tenía que ser un poco...?
I: Era ya cuando ibas a casarte, era como vosotras que decís que ahora tenís amigos y veis con los amigos al beile y veis a to[d]os la[d]os, ¡eh!, ¿a qué sí?, decid, vais a todos la[d]os y estáis, y vais con el mari-, con el novio, decís, ahora son amigos, antes eran novios, ahora no son más que amigos, eso lo veo yo así, ahora no hay, no hay ningún novio, son to[do]s amigos. Las muchachas que hay aquí, que hay mu[y] pocas, tienen amigos, ¿y ande? ¿De ande, se han junta[d]o?
E: ¡Claro!
I: Y así pasa, que luego ya los digo, vosotras estaréis en oficinas, ande queráis, pero es que en las oficinas ...
E: ¿Y a los chicos qué les enseñaban?
I: Las cuatro reglas.
E: Las cuatro reglas y ya está.
I: Y, y leer... unos sa-, sabían mejor y otros peor, y así, y ya los he dicho, a los diez años muchos chicos ya no podían ir a la escuela, porque se tenían que ir a ganar, para comer, ayudarles a sus padres.
E: ¿Tienen costaleros o van en carros?
I: No, van andando.
E: ¿Andando?
I: Los santos los llevan andando... bueno andando, a hombro, lo llevan a hombro, pero a lo mejor en cada una va, van lo menos veinte... Son, ya digo, aquí la Semana Santa es estupenda.
E: ¿Y usted...?
I: ¿Qué no habéis esta[d]o nunca por Belmonte, es la primera vez!
E: No, es la primera vez, sí.
I: Pues no os vayáis sin ver el castillo, es, lo digo de tú porque yo soy vuestra abuela... [RISAS]. No los vayáis sin ver el castillo.